VIDA COTIDIANA DE LA OLIGARQUIA ARGENTINA: El Club del Progreso. Su historia.
La oligarquía se reunía en diversos centros como por ejemplo el Jockey Club de Buenos Aires, el Club del Progreso, la Sociedad Rural Argentina y la Facultad de Derecho.
Dichos centros cumplían la dobla función de ser centros de esparcimiento y además en ellos se discutían y tomaban las decisiones políticas que habrían de regir los destinos del país.
También es necesario aclarar que en el período que nos ocupa, previo a la sanción de la Ley Saénz Peña todavía no están constituídos los partidos políticos. De esta manera, las alianzas y juegos de poder se tejían dentro de estos ámbitos de poder.
El Club del Progreso. Su historia. La importancia dentro de la vida nacional ¿Lugar de diversión o reunión política?
La fusión de las grandes familias porteñas unitarias y federales, al día siguiente de Caseros, con el objeto de defender los intereses porteños, requería de una institución donde pudieran confraternizar los hasta entonces enemigos. Esta institución fue el Club del Progreso fundada el 25 de marzo de 1852.
Los objetivos políticos de unificar a la oligarquía porteña están claramente explicitados en una carta que el presidente del Club, Diego de Alvear, envía a Mariano Varela, director del diario «La Tribuna». Allí dice, en alusión a la fundación del Club: «… era pues necesario destruir los efectos de ese gobierno maquiavélico, y nada podría mejor llenar ese objeto que la creación de una sociedad donde todos pudiésemos cambiar ideas y sentimientos …».
Los objetivos políticos del Club quedan marcados ya desde el primer acto público del establecimiento, en el cual el Ministro Gorostiaga sostuvo: «… por la fraternidad de los dos grandes partidos políticos que han dividido la República Argentina …».
Por otra parte, en sus comienzos el Club tuvo un carácter netamente porteño que queda demostrado en el hecho de que el Gobernador de la Provincia de Buenos Aires y sus ministros de Estado fueran considerados miembros honorarios.
Asimismo el establecimiento tenía un carácter restringido, evidenciado en la circunstancia de que el número de socios no pasaba los 275 y en 1896 no llegaba a los 1.400.
Sin embargo, en ese reducido número de socios se encontraba lo más granado de la oligarquía porteña. Entre sus miembros podemos mencionar a Bartolomé Mitre, Julio Argentino Roca, Domingo Faustino Sarmiento, Leandro N. Alem, Adolfo Alsina, Carlos Pellegrini, Lucio V. Mansilla, Dalmasio Vélez Sarsfield, Victorino de la Plaza, Roque y Luis Saenz Peña, Miguel Cané, Vicente Quesada, etc.
Cumplido o no su objetivo de fusionar a los dos partidos políticos, el club sirvió en los años sucesivos como factor aglutinante de la oligarquía porteña. En sus salones exclusivos los distintos miembros de la clase alta se conocían entre sí, intercambiando sus intereses mediante relaciones amistosas.
El club tuvo cuatro sedes. Una sede inicial ubicada en la calle Perú 135 y otra (a partir de 1857) un edificio renacentista sito en la esquina de Perú y Victoria (actual Hipólito Yrigoyen), que termina por ser demolido. Finalmente, cuando el Club se encuentra en su apogeo (año 1900 aproximadamente) se inaugura su palacio de la Avenida de Mayo 633. Su decadencia comienza con el auge del Jockey Club, cuando debe abandonar ese lujoso establecimiento para reducirse a un edificio más modesto en la Sarmiento 1300 donde sobrevive hasta la actualidad.
Lucio V. López en «La Gran Aldea» nos acerca una descripción del Club del Progreso en su momento de mayor esplendor: «… es en un baile del Club del Progreso donde pueden estudiarse por etapas 30 años de la vida social de Buenos Aires: allí han hecho sus primeras armas los que hoy son abuelos … ese centro esencialmente criollo, no ha tenido nunca ni la distinción aristocrática de un club inglés ni el chic de uno de los clubs de París. Sin embargo, ser del Club del Progreso, era chic …».
Continúa diciendo Lucio V. López: «… la entrada era cosa ardua: no entraba cualquiera; era necesario ser crema batida de la mejor burguesía social y política para hollar las mullidas alfombras del gran salón o sentarse a jugar un partido de whist en el clásico salón de los retratos …».
Durante su período de apogeo el Club del Progreso fue el telón de fondo de los principales sucesos políticos. En sus salones se tramó la revolución de 1874 y además se refugió el coche de Cambaceres y Victorino de la Plaza cuando se intentó el asesinato de Roca en 1879.
Sin embargo, es a partir de 1895 cuando una presencia singular va a destacarse en la presidencia del club: la del Doctor Roque Sáenz Peña, hombre de la oligarquía porteña de línea autonomista. Durante su gestión (1895-1898) comienza una nueva etapa caracterizada por una apertura política. Roca lo dice en estos términos: «… El Club del Progreso, señores fue exclusivista y porteño, hoy no es ni exclusivista ni porteño, es nacional y es argentino …».
De esta manera podemos concluir diciendo que el Club del Progreso reflejó la mentalidad de su época: un gobierno elitista con economía agroexportadora que no se desarrolla.
Son ellos: el Jockey Club de Buenos Aires y el Club del Progreso.
IV. NOTAS
Wilde, Eduardo: Obras Completas v. 1 (Peuser, 1917) p. 11 en: Biagini, Hugo: «Cómo fue la generación del ‘80?», Bs. As., Ed. Plus Ultra, 1980, p. 18.
2 Newton, Jorge y otra: «Historia del Jockey Club de Buenos Aires», Bs. As., Ed. L.N., 1966, p.p. 13-15.
3 Ibidem.
4 Bilbao, Manuel: «Buenos Aires: Desde su fundación hasta nuestros días», Bs. As., 1902, p. 165.
5 Korn, Francis: «La gente distinguida» en ROMERO, José Luis y otro: «Buenos Aires: Historia de Cuatro Siglos», Bs. As., Ed. Abril, vol. II, 1983, p. 51.
6 Romero, José Luis y otro: «Buenos Aires: Historia de Cuatro Siglos», Bs. As., Ed. Abril, vol. II, 1983, p.p. 45-